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BAL MANDIR DIVERSO



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Esta es la cuarta vez que trabajamos con los menores de Bal Mandir. Al finalizar cualquiera de las anteriores ediciones, hemos sentido la satisfacción de haber realizado una labor provechosa para los niños y niñas del orfanato, o al menos haberles hecho pasar unos días algo más felices de lo habitual; pese a lo cual, en numerosas ocasiones nos hemos sentido frustrados porque, a pesar de nuestros continuos esfuerzos, Bal Mandir sigue siendo una dura realidad, difícil de transformar. Al hacer balance final de cada experiencia, hemos encontrado aciertos, pero también nos hemos dado cuenta de errores y aspectos que mejorar, no ya en Bal Mandir, sino en nuestra propia labor con los menores.

 

            El trabajo en este orfanato es particularmente difícil, por la propia complejidad y desorden de la institución, y porque en Bal Mandir viven unos doscientos menores, de todas las edades, escolarizados en diversos colegios de Kathmandu, algunos en régimen interno. Nunca sabemos con qué cantidad de niños trabajaremos cada día, ya que no hay un calendario oficial de vacaciones escolares en Nepal, y cada colegio termina las clases y las reinicia en fechas diferentes. Sólo hay tres días, los correspondientes a la festividad grande del Dashain, que son comunes a todos, pero el resto, es decisión de cada centro educativo. Por otro lado, cuando se acerca la fiesta grande del Dashain, algunos niños y niñas del orfanato son recogidos por algún pariente, que decide incorporarlos por unos días a su familia, para pasar con ellos esta festividad, que tiene un marcado carácter familiar, como nuestra Navidad.

           

Aunque cada año hemos ido aumentando el número de voluntarios, tanto españoles como nepaleses, para llevar a cabo las actividades, siempre nos hemos visto obligados a dejar un poco desatendidos a los niños o niñas que tenían alguna dificultad para trabajar con nosotros. Este año, desde el principio, nos propusimos dedicar más atención a los que presentan problemas. Nos marcamos como objetivo hacer que los veintidós niños y niñas de Bal Mandir censados con alguna discapacidad, pudiesen participar en nuestras actividades, y cuando ello no fuese posible, diseñar otras expresamente adaptadas a sus limitaciones. Para poder hacer realidad esto, incorporamos a nuestro equipo a dos expertos en el trabajo con personas con discapacidad mental: Pablo y Luis.


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          Afortunadamente, la mayoría de esos niños y niñas especiales, aunque con más atención que los demás, han podido participar en nuestras actividades con relativa normalidad; pero otros, con discapacidades más severas, no han podido hacerlo. En esos casos, Pablo y Luis han diseñado actividades específicas para ellos, y les han dedicado mucho tiempo. Los casos más graves son los de Nimi, Roji y Lata, tres niñas con parálisis cerebral, que permanecen todo el tiempo tumbadas; Jayanti, una niña de trece años con síndrome de Down, y posiblemente autismo; y Ram, un niño de unos diez años de edad, con un notable retraso mental. Pablo y Luis han tratado de estimular a estos menores con gran variedad de actividades.

 

De las tres niñas con parálisis cerebral, Lata, de 14 años de edad, es la menos afectada; por eso, pensamos que podría permanecer sentada durante un tiempo en una silla de ruedas, que recuperamos de un almacén del orfanato, y aprovechamos esa circunstancia para explorar con ella el universo de Bal Mandir que se abría más allá de su habitación.

 

Estamos contentos con la respuesta que apreciamos en todos los menores, pero sobre todo en estos niños y niñas especiales; el trabajo con ellos resulta muy gratificante, porque habitualmente reciben muy pocos estímulos, y eso les hace muy receptivos a cualquier experiencia que implique una atención personalizada, por sencilla que sea.

 

José Luis Gutiérrez

Kathmandu, 29 de septiembre de 2009


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