Bolentin de invierno 2010
BOLETÍN
DE
INVIERNO
2010
I.E.S. LA GRANJA
HERAS
Recomendamos:
Novedades para jóvenes:
Todos los seres humanos nacen libres e iguales. Ed. Media Vaca
Un verano en Borneo, Pilar Garriga. Ed. Anaya
Amor a la vida y otros relatos, Jack London. Bambú Editorial
El ayudante de Darwin, Vicente Muñoz Puelles. Ed. Algar
Eté Utú (Cuentos de la tradición oral). De por qué en África las
cosas son lo que son, Agnès Agboton. Ed. José J. de Olañeta
El aviso, Júrgen Banscherus. Ed. SM
Novedades para mayores:
La lira de Orfeo, Robertson Davies. Libros del Asteroide
Lo que el día le debe a la noche, Yasmina Khadra. Ed. destino
La bestia debe morir, Nicholas Blake. Ed. Planeta
Ancho mar de los sargazos, Jean Rhys. Ed. Lumen
La fórmula preferida del profesor, Yoko Ogama. Ed. Funambulista
Victoria, Knut Hamsun. Ed. Nórdica
Palabra, ojos, memoria,Edwidge Danticat. Ed. DEL BRONCE
Invisible, Paul Auster. Ed. Anagrama
Ensayo:
En el laberinto de la inteligencia, Hans Magnus Enzensberger. Ed. Anagrama
Confesiones de una vieja dama indigna, Esther Tusquets. Ed. Bruguera
La conspiración de las lectoras, José A. Marina y Mª Teresa Rodríguez de Castro. Ed. An
Clásicos:
Mil años de poesía europea, Francisco Rico. Ed. Planeta
San Manuel Bueno, mártir. Miguel de Unamuno
Una vida, Guy de Maupassant
Bola de sebo y otros cuentos, Guy de Maupassant
El Paraíso de las Damas, Emile Zola. Ed. Debolsillo
El sueño de una noche de verano, William Shakespeare
En memoria de las víctimas de Haití:
Pero dónde pero dónde
adónde se va a retumbar la tormenta
Pero dónde pero dónde
adónde se va a aullar el viento
viento revocador tumbador de estrellas
Había una vez una Ciudad
Había una vez un País
Cuando la boca como luna soñadora
esconde la cara bajo las palabras
Cuando la vida en ropas del Príncipe
voltea la espalda a la ventana
hasta el sol
hasta el sol está desnudo
Había una vez un País
Había una vez una Ciudad
Pero dónde pero dónde
Pero dónde
Mi memoria tiene tanto dolor
de garganta
Anthony Phelp (Haití)
treetalk and windsong
are the language of my mother
her music does not leave me.
let me taste again the cane
the syrup of the earth
sugarfields were once my home.
I would lie down in the fields
and never get up again
(treetalk and windsong
are the language of my mother
sugarfields are my home)
the leaves go on whispering secrets
as the wind blows a tune in the grass
my mother’s voice is in the fields
this music cannot leave me.
sugarfields, Barbara Maho
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el habla de los árboles y la canción del viento
son el lenguaje de mi madre
su música no me abandona.
déjame saborear de nuevo la caña
el sirope de la tierra
los campos de caña fueron una vez mi hogar.
me tumbaría en los campos
y nunca me levantaría
(el habla de los árboles y la canción del viento
son el lenguaje de mi madre
los campos de caña son mi hogar)
las hojas susurran secretos
mientras el viento silba una canción en la hierba
la voz de mi madre está en los campos
esta música nunca me abandonará
Traducido por Julia Navarro, 4ºA
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Los niños de los barracones merodeaban alrededor de la caseta de Mercedes, cerca de la charla de los hombres, que los alejaban de las conversaciones de los adultos a empujones, dándoles manotazos en el culo u ordenándoles que se fueran a buscar a sus madres, tuvieran o no tuvieran madre. Los niños entonces salían corriendo, tomándoselo como un juego; correteaban arriba y abajo y se ocultaban tras las floreadas cortinas que servían de puerta a alguna de las habitaciones. En la parte trasera de las barracas, las mujeres cocinaban sobre ennegrecidas piedras con palos igualmente ahumados, o derramaban baldes de agua sobre los niños desnudos para lavarles antes de la cena. Se oían cantos de trabajo, pero sus voces sonaban tan fatigadas que yo a duras penas podía descifrar las palabras o la melodía. Algunos hombres dormitaban a la entrada de sus habitaciones. Se despertaban sobresaltados cada vez que alguien pasaban por delante.
Cosecha de huesos, Edwidge Danticat (Haití)
Una sociedad se vuelve estúpida o violenta o abdica de su inteligencia social cuando las creencias vigentes, los modos de resolver conflictos, los sistemas de evaluación, los marcos de entendimiento, los modos de vida, disminuyen las posibilidades de las personas, es decir, de las inteligencias privadas.
La conspiración de las lectoras, José A. Marina y Mª Teresa
Rodríguez de Castro
«Mira qué maravillosa sucesión de números. La suma de los divisores del 220 es igual a 284. Y la de los divisores de 284, igual a 220. Son números amigos. Son una combinación muy infrecuente, sabes. Fermat o Descartes sólo lograron descubrir un par, cada uno de ellos. ¿No te parece hermoso? ¡Que la fecha de tu cumpleaños y el número grabado en mi reloj de pulsera estén unidos por un lazo tan maravilloso…! »
La fórmula preferida del profesor, Yoko Ogama
¡Contemos cuentos!
–¡Los cuentos pasan! Mi cuento corre y corre, así, hasta alcanzar a una mandató.
(-¿Sabéis quiénes son los mandató?
–No. No lo sabemos. ¡oooh! Deben de ser hombres, ¿no?)
–No, son mujeres de las que van a recoger hortalizas y legumbres, como las espinacas, en los campos. Nuestros antepasados y los que son más ancianos les dan el nombre de mandatolé (las mandató). ¡Pues así fue como mi cuento llegó a encontrarla!
Eté Utú (Cuentos de la tradición oral). De por qué en África las
cosas son lo que son, Agnès Agboton.
¿Por qué cantamos?
Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil
usted preguntará por qué cantamos
si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza
usted preguntará por qué cantamos
si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro
usted preguntará por qué cantamos
cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino
cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos
cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota
cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta
cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.
Mario Benedetti