Día del Árbol-Día de la Poesía unidos en el recuerdo a nuestros árboles

Hay muchas poesías y relatos dedicados al árbol, os mostramos una pequeña selección que podéis ampliar con los poemas y escritos compuestos por miembros del

Club de Poesía del IES La Granja. Ver

Envíanos tus composiciones u obras que te gusten. ¡¡Las publicamos en nuestra web!!

 Mimosa Dani Web

 

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Rafael Alberti, “Han descuajado un árbol”.

 

Han descuajado un árbol. Esta misma mañana,

el viento aún, el sol, todos los pájaros

lo acariciaban buenamente. Era

dichoso y joven, cándido y erguido,

con una clara vocación de cielo

y con un alto porvenir de estrellas.

Hoy, a la tarde, yace como un niño

desenterrado de su cuna, rotas

las dulces piernas, la cabeza hundida,

desparramado por la tierra y triste,

todo deshecho en hojas,

en llanto verde todavía, en llanto.

Esta noche saldré -cuando ya nadie

pueda mirarlo, cuando ya esté solo-

a cerrarle los ojos y a cantarle

esa misma canción que esta mañana

en su pasar le susurraba el viento.

 

 

Antonio Machado, “A un olmo seco”.

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo

algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas de alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas, 

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.

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Gabriela Mistral, “Tres árboles”.

Tres árboles caídos

quedaron a la orilla del sendero.

El leñador los olvidó, y conversan

apretados de amor, como tres ciegos.

El sol de ocaso pone

su sangre viva en los hendidos leños

¡y se llevan los vientos la fragancia

de su costado abierto!

Uno torcido, tiende

su brazo inmenso y de follaje trémulo

hacia el otro, y sus heridas

como dos ojos son, llenos de ruego.

El leñador los olvidó. La noche

vendrá. Estaré con ellos.

Recibiré en mi corazón sus mansas

resinas. Me serán como de fuego.

¡Y mudos y ceñidos,

nos halle el día en un montón de duelo!

 

Federico García Lorca

¡Árboles!

¿Habéis sido flechas

caídas del azul?

¿Qué terribles guerreros os lanzaron?

¿Han sido las estrellas?

Vuestras músicas vienen del alma de los pájaros,

de los ojos de Dios,

de la pasión perfecta.

¡Arboles!

¿Conocerán vuestras raíces toscas

mi corazón en tierra?

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Ángel González, “Bosque”.

Cruzas por el crepúsculo.

El aire

tienes que separarlo casi con las manos

de tan denso, de tan impenetrable.

Andas. No dejan huellas

tus pies. Cientos de árboles

contienen el aliento sobre tu

cabeza. Un pájaro no sabe

que estás allí, y lanza su silbido

largo al otro lado del paisaje.

El mundo cambia de color: es como el eco

del mundo. Eco distante

que tú estremeces, traspasando

las últimas fronteras de la tarde.